Dr. Ricardo Schatz

Ricardo Schatz nació en 1867 en Buenos Aires. Estudió en el Colegio San José de 1877 a 1884 y luego en la Facultad de Medicina donde se graduó en 1891 con su tesis "Contribución al estudio de la parálisis histérica". En 1895 fue designado Profesor Sustituto de Higiene y en 1905 Profesor Titular de Higiene Médica en la misma Facultad, cargo que desempeña hasta su jubilación en 1917. Entre sus trabajos publicados deben citarse "Esterilización de la carne de cerdos tuberculosos" y "Profilaxis de la tuberculosis en los tambos de Buenos Aires".

Al integrarse el Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria a la Universidad de Buenos Aires como Facultad de Agronomía y Veterinaria y constituirse el Consejo Directivo, el Dr. Schatz fue designado miembro del mismo. En esa época, la mayoría de los consejeros no eran profesores de la nueva Facultad, sino de otras. Así también, el Dr. Schatz no lo fue de la Facultad. Al crearse la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria fue designado académico, junto con los demás consejeros, el decano y el vicedecano.

Después de la renuncia del Dr. Arata al decanato de la Facultad, y un interinato de varios meses del vicedecano Dr. Abel Bengolea, fue elegido el Dr. Schatz como decano a partir de agosto de 1911. "Era un caballero jovial, todavía bastante joven y activo" informa Federico Reichert, para agregar "... opino que a él le faltaba la verba que poseían hombres como Arata, [Francisco P.] Moreno y otros más, condición necesaria para acompañar, entusiasmar y alentar a los colaboradores...". A terminar su período de 3 años, fue reelegido por otro período, hasta agosto de 1917.

Durante su decanato se abrieron adscripciones a las cátedras, a que ingresaron muchos de quienes con el correr del tiempo se convirtieron en profesores de la Facultad, se reformó el plan de estudio de ambas escuelas (Agronomía y Veterinaria), acortando la carrera, y se prosiguió con las construcciones de nuevos pabellones como el de Maquinaria Agrícola, Clínica y el Pabellón Uballes destinado este último a internado de alumnos del interior. También se debe al decanato del Dr. Schatz la creación de la Revista de la Facultad de Agronomía y Veterinaria y los cursos de botánica y agronomía aplicados destinados a maestros y maestras.

El Dr. Ricardo Schatz falleció en Buenos Aires el 1° de septiembre de 1929.

Dr. Julio Méndez

Nació en Córdoba el 11 de noviembre de 1858. Sus estudios secundarios los realizó en el Colegio Nacional Monserrat, donde se graduó de bachiller. Luego cursó sus estudios de química en la Escuela de Ciencias de Córdoba.
Sus estudios universitarios los realizó en la Facultad de Medicina de Buenos Aires doctorándose en 1884, a los 26 años de edad, con una Tesis titulada “Esclerodermia. Lesión trófica”.

Para perfeccionarse viaja a Europa; permanece allí cinco años entre Alemania y Francia. Asistió al desarrollo de la bacteriología con Roberto Koch y de la anatomía patológica con Rodolfo Virchow; en París trabaja y se perfecciona con Luis Pasteur.

Regresa a Buenos Aires en 1889 y se hace cargo como médico Jefe de la Sala I del Hospital San Roque (hoy Ramos Mejía). En 1891 hasta 1894 conservando su cargo de médico del Hospital San Roque gana por concurso la Dirección del Laboratorio Bacteriológico de la Asistencia Pública de Buenos Aires. En este laboratorio, en 1894 preparó el primer suero antidiftérico argentino que se usó en Buenos Aires y que tenía mayor acción antitóxica que el preparado por Emil von Behring, en Berlín a principios de 1893, y por Roux, en París.

En 1895 Méndez fundó con Julio Lemos un Laboratorio de Antitoxinas emprendiendo el estudio del carbunco. Dos años más tarde el 3 de octubre de 1897, anunció el descubrimiento de una vacuna anticarbuncosa original para uso veterinario de características similares a la preparada por Pasteur

Vacante la Cátedra, por fallecimiento del Dr González del Solar, el Poder Ejecutivo de la Nación nombra, de acuerdo con la terna elevada por la Academia, al Dr Enrique Revilla, el 5 de Octubre de 1902, y por renuncia de éste se nombra al Dr Julio Méndez el 22 de Junio de 1903. Desde la llegada de Méndez, acompañado de su distinguido colaborador y Jefe de Trabajos Prácticos Felipe Justo, la enseñanza de la higiene cambia de orientación, completándola decidida y positivamente, con trabajos prácticos y de investigación.

En virtud de la renuncia de Méndez, presentada en Octubre 19 de 1905, asume la Cátedra de Higiene el Profesor Ricardo Schatz, quien ampliando la obra de su antecesor, enseño la materia con excelente método y preparación. Méndez incursiona también en el campo de la política universitaria. Fue uno de los rebeldes de la reforma de 1905 y en ese año renunció a la Cátedra de Higiene. Junto con Avelino Gutiérrez y Nicolás Repetto encabezó el movimiento tendiente a llevar a la Cátedra de Clínica Quirúrgica a Juan Bautista Justo. En 1918 siendo Decano de la Facultad de Medicina renunció por oponerse al examen de ingreso que se quería imponer.

Fue el primer Presidente de la Sociedad Argentina de Patología Infecciosa y Epidemiología en la que figuraba como sus fundadores; Miembro Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Madrid; Profesor Honorario de la Universidad de Córdoba; Profesor Honorario de la Universidad de La Plata; Profesor Honorario de la Universidad del Litoral; Presidente en 1890 del Círculo Médico Argentino; Presidente de la Sociedad de Biología de la Sociedad Científica Argentina. Entre 1912 y 1913 fue Presidente de la Asociación Médica Argentina.
Muere el 8 de agosto de 1947.

Dr. Roberto Wernicke

Nació el 23 de mayo de 1852 en la provincia de Buenos Aires. Su padre Roberto Enrique Augusto Wernicke, fué un prestigioso maestro de nacionalidad alemana, lo mismo que su madre.

Pasó su infancia en Baradero, localidad en la que su padre se radicó por razones de salud y donde dirigió una escuela en la Colonia Suiza. Realizó sus estudios secundarios en Buenos Aires; en 1872 se trasladó a Alemania ingresando en la Universidad de Jena. Se graduó en 1876 con la tesis “El corazón embrional bajo el punto de vista fisiológico”. Esta obra traducida al español fue publicada ese mismo año en los Anales de la Sociedad Científica Argentina.

Los méritos del joven egresado fueron reconocidos por los profesores Nothnagel, Eichhorst y Lichtheim que en forma sucesiva lo tuvieron como asistente, hecho poco común tratándose de un extranjero.

En 1878 regresó a Buenos Aires y revalidó su título. Un año después comenzó a actuar en el Círculo Médico Argentino y desde los “Anales”, que publicaba esa entidad se convirtió en crítico
severo de las tesis de doctorado que anualmente eran presentadas en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires.
En la revolución de 1880 junto con dos colegas instaló un hospital de sangre en los depósitos de Lanús y ese mismo año creó los consultorios médicos gratuitos, que dirigió hasta 1884. En ese lugar inició sus famosos Cursos Libres en los que sus alumnos recibieron nociones de histología, de anatomía patológica, estuvieron en contacto directo con el enfermo y aprendieron a manejar el microscopio.

En 1884 para obtener el título de Doctor en Medicina presentó una tesis que apadrinó el Dr José T Baca “ Una primera lección de examen clínico”. Poco después fue designado Profesor Suplente de la Cátedra de Patología General y el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires le pidió que se integrara a una comisión encargada de estudiar las enfermedades contagiosas de los animales de la que también formaban parte el Dr José Mariano Astigueta y tres veterinarios. Esta comisión realizó importantes estudios de parasitología animal a pesar de los escasos recursos que le fueron asignados. Wernicke ayudó a montar el Laboratorio, construyó un aparato fotográfico y al parecer introdujo en el país las primeras ratas blancas. Disuelta la comisión en 1888 todo el instrumental del laboratorio fue dispersado y sólo se logró conservar el microscopio que usara todos esos años en sus investigaciones.
En 1886 el Departamento Nacional de Higiene lo envió a Rosario a evaluar la situación creada por la presencia de cólera en la zona. Luego de varios problemas pudo imponer su criterio sanitario y logró que se levantara un lazareto en las afueras de la ciudad para albergar a los que habían contraído la enfermedad.
Cuando el Dr Estanislao Zeballos presidió la Sociedad Rural Argentina (1888) creó un laboratorio a cuyo frente puso a Wernicke, quien aportó nuevo instrumental de su propiedad que acababa de recibir de Europa. En ese modesto laboratorio un grupo de jóvenes, estudiantes de medicina, veterinarios y biólogos, aprendieron bacteriología, especialidad recién creada.
Durante los períodos de 1894 a 1895 y de 1896 a 1897, fue Presidente de la Asociación Médica Argentina.

En 1907 se produjo su retiro voluntario de la Cátedra de Patología General, de la que era Profesor Titular, renunciando también a los cargos de Académico y de Consejero de la Escuela de Medicina, por estar en desacuerdo con las modificaciones introducidas en la enseñanza médica y en el manejo administrativo de la Facultad de Medicina. El Consejo Directivo, ante su alejamiento decidió otorgarle el Título de Profesor Honorario título que se confería por primera vez . A partir de ese momento se dedicó a sus enfermos, durante años había concurrido a la Sala IX del Hospital de Clínicas y a la investigación. Fue un verdadero renovador de la enseñanza de la Patología General y la Semiología, desde su lugar formó discípulos como Alejandro Posadas, Alois Bachman, Daniel Greenway, Julio Méndez, Pedro Elizalde y otros que supieron honrar a su maestro.
Wernicke murió en Buenos Aires el 14 de octubre de 1922.

Dr. Laureano Maradona

Maradona nació en Esperanza (Santa Fe) el 4 de julio de 1895, uno de los 14 hijos de Waldino Maradona y Petrona de la Encarnación Villalba, una familia enraizada ya en estas tierras. Descendía, por parte de su padre, de una familia gallega (los Fernández Maradona) llegada desde Chile en la época colonial a poco de fundarse San Juan donde finalmente se radicaron y dieron figuras de talla histórica. Del lado materno en cambio la ascendencia era criolla (de Santiago y Buenos Aires), y su infancia transcurrió en gran parte en su estancia de Los Aromos en las barrancas santafecinas del río Coronda. Ya adolescente, la familia se trasladó a Buenos Aires, donde se recibió dos décadas después de médico (1928).

Se instaló unos meses en la Capital Federal y luego en Resistencia, Chaco. Y allí estaba en 1930, cuando la revolución de Uriburu depuso al presidente Hipólito Yrigoyen. Si bien nunca había sido yrigoyenista sino acaso lo contrario, asumió como ciudadano defender la democracia y el gobierno constitucional pronunciando entonces fogosas conferencias en las plazas públicas, que le valieron inmediatas persecuciones. En el entusiasmo de la juventud acaso esa experiencia lo marcara, porque nunca luego llegó a practicarla seriamente y definitivamente se apartó de ella. “Pese a que llegué a ser candidato a diputado por el Partido Unitario —recordaba a propósito del tema—, la política nunca ocupó el centro de mi vida; los políticos, en su mayoría, siempre dicen una cosa y hacen otra, muchas veces desvirtúan la democracia para hacer demagogia en nombre de ella”. [4]

Perseguido por el régimen que derrocara a Yrigoyen, partió para Paraguay donde comenzaba entonces la Guerra del Chaco Boreal, con apenas una valija de ropa, un revólver 38 y su diploma de médico como todo equipaje. Ya llegado, ofreció sus servicios a un comisario de Asunción, pero pidió que no lo sometieran a ninguna bandera porque su único fin era el “humano y cristiano de restañar las heridas de los pobres soldados que caen en el campo de batalla por desinteligencias de los que gobiernan”. Tan nobles palabras le valieron la cárcel por unos días: no le creyeron y lo tomaron por un espía argentino. Poco después ya liberado, lo tomaron como camillero en el Hospital Naval, donde pronto llegó a en tres años llegó a ser director, atendiendo en esa etapa a cientos de soldados de ambos bandos. Fue para ese entonces que conoció a la que sería el único amor de su vida: Aurora Ebaly, una jovencita de 20 años descendiente de irlandeses y sobrina del presidente paraguayo. Ya comprometidos, el romance estaba llamado a ser fugaz: el 31 de diciembre de 1934 Aurora murió con el año víctima de la fiebre tifoidea. Pero fue largo el recuerdo que Maradona encendió en su memoria, pues no se casó nunca y nunca volvió a noviar.

Acaso el dolor del duel o fue uno de los motivos que lo alejaron de Paraguay no bien terminó la guerra. Tras donar los sueldos que ganó a soldados paraguayos y a la Cruz Roja, escapó, de los honores y agasajos que le realizaron. No pocos dijeron que este médico tuvo mucho que ver con el fin de la guerra, pero él mismo se encargó de minimizar las versiones: “Pese a lo que algunos dijeron, yo no fui quien directamente hizo firmar la paz entre ambos países. Solamente colaboré para que se juntaran las comisiones que habían viajado desde Europa con los delegados de Bolivia y Paraguay”.

Volvió entonces a Argentina. Había proyectado las etapas de su viaje: regresaría a su país en barco, hasta Formosa, y allí tomaría el tren que pasaba por Salta, Jujuy y Tucumán; en esta ciudad visitaría a un hermano, que era intendente; después llegaría a Buenos Aires, donde vivía su madre. Fue en ese tren donde le salió al encuentro su destino definitivo en el monte formoseño. El próximo pasaba a los tres o cuatro días, y en ese intervalo la gente del lugar y de los campos vecinos acudió a hacerse asistir, y todos le pidieron insistentemente que se quedara, ya que no había ningún médico en muchas leguas a la redonda. Y también fue entonces cuando simplemente y según sus palabras “Había que tomar una decisión y la tomé… quedarme donde me necesitaban. Y me quedé 53 años de mi vida.”

Y se estableció en Estanislao del Campo, entonces el Paraje Guaycurri, un villorrio formoseño sin agua corriente, gas, luz o teléfono. Y a poco de vivir allí, vio aparecer a los aborígenes de las cercanías, tobas y pilagás. Llegaban de cuando en cuando, como espectros en fuga, miserables, desnutridos y enfermos a los comercios y viviendas de los límites del poblado, ofreciendo canjear plumas de avestruces, arcos, flechas y otras artesanías por alguna ropa o alimento que necesitaban. El corazón de Maradona se conmovió y latió con ellos, con su dolor y su desamparo, y se transformó en un compromiso asu mido como obligación moral de hacer algo por ellos, desde entonces y durante toda su vida. E hizo muchísimo: no es fácil resumirlo, el lector habrá de llenar los espacios cotidianos que mediaron en medio siglo… Primero acercarse, ganar su confianza demasiado herida, atenderlos, curarlos, oírlos y aprender sus lenguas y costumbres hasta ser aceptado en las tribus.

Y en el monte y las tolderías se escribió el capítulo más admirable de este hombre de extraordinaria riqueza y fuerza espiritual volcada en amor a su prójimo más necesitado. Su labor no se circunscribió solamente a la asistencia sanitaria: convivió con ellos, se interiorizó de las múltiples necesidades que padecían y trató de ayudarlos también en todos los aspectos que pudo: económicos, culturales, humanos y sociales. Realizó gestiones ante el Gobierno del Territorio Nacional de Formosa y obtuvo que se les adjudicara una fracción de tierras fiscales. Allí, reuniendo a cerca de cuatrocientos naturales, fundó con éstos una Colonia Aborigen, a la que bautizó “Juan Bautista Alberdi”, en homenaje al autor de “Las Bases . . .”, colonia que fue oficializada en 1948. Les enseñó algunas faenas agrícolas, especialmente a cultivar el algodón, a cocer ladrillos y a construir sencillos edificios. A la vez, los atendía sanitariamente, todo, por supuesto, de manera gratuita y benéfica, hasta el extremo de invertir su propio dinero para comprarles arados y semillas. Cuando edificaron la Escuela, enseñó como maestro durante tres años, hasta que llegó un docente nombrado por el gobierno.

Era además un apasionado de las ciencias naturales. Inspirado por la riqueza natural del monte formoseño, escribió una veintena de libros, la mayoría inéditos, sobre etnografía, lingüística, mitología indígena, dendrología, zoología, botánica, leprología, historia, sociología y topografía. Varias veces le ofrecieron puestos; nunca prestó conformidad. En 1981 un jurado compuesto por representantes de organismos oficiales, de entidades médicas y de laboratorios medicinales, lo distinguió con el premio al “Médico Rural Iberoamericano”, que se adjudicaba acompañado de importante suma de dinero. Rechazó a ésta de plano, y en el mismo acto de la entrega, logró que con ese fondo se instituyeran becas para estudiantes que aspiraban a ser médicos rurales. Cuando ya era anciano, el gobierno quiso destinarle una pensión vitalicia; tampoco aceptó. Su norma inquebrantable de conducta rezaba “todo para los demás, nada para mí”.

Fue postulado tres veces para el Premio Nobel y recibió decenas de premios nacionales e internacionales, entre los que se cuenta el Premio Estrella de la Medicina para la Paz, que le entregó la ONU en 1987. Sin embargo, no le importaban los honores. Había escrito su historia en el silencio, y la fama lo asaltó tiñendo su figura de ribetes legendarios y valores espirituales alejados de las sociedades de este tiempo, que paradójicamente lo admiraron por ello. Esa notoriedad le fue tan ajena como los homenajes o las retribuciones dinerarias: simplemente no alteraba su vida ni la aceptaba como algo merecido o que valiera la pena. En una carta dirigida a Eduardo Bernardi, al referirse a los premios, escribió: “Es todo humo que se disipa en el espacio”. Sus frases, siempre amables y sin altisonancias, son en sí mismas un legado más para la reflexión cuando ya su figura es una ausencia grande:

“Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado; yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien”.

“Muchas veces se ha dicho que vivir en austeridad, humilde y solidariamente, es renunciar a uno mismo. En realidad ello es realizarse íntegramente como hombre en la dimensión magnífica para la cual fue creado” ….”estoy satisfecho de haber hecho el bien en lo posible a nuestro prójimo, sobre todo al más necesitado y lo continuaré haciendo hasta que Dios diga basta”.

Y mucho bien hizo, y ese bien habría de ser muy necesitado pues Dios tardó en decir basta. Recién cuando ya desbordaba los 91 años a mediados de 1986, enfermó y aceptó ir a vivir en Rosario con la familia. Su sobrino, el doctor José Ignacio Maradona y su esposa Amelia junto a sus diez hijos lo rodearon de afecto los nueve últimos años de su vida. De una lucidez asombrosa, que conservó hasta su muerte, estudiaba con los más chicos medicina e Historia. Su más cercano amigo durante 35 años, Abel Bassanese, cuenta que en el día anterior al de su deceso habían estudiado temas sobre el Virreinato del Río de la Plata. Murió de vejez, sin sufrimientos físicos ni morales -en la santa paz de los buenos y justos- poco después de despuntar la mañana del 14 de enero de 1995, cuando le faltaban apenas unos meses para cumplir los cien años.

Su recuerdo, tal como quizá lo hubiera querido, se funde con el homenaje a todos los médicos rurales argentinos, cuyas historias anónimas nos esconden sus nombres y sus desvelos: el 4 de julio, día de su nacimiento ha sido declarado por ley Día Nacional del Médico Rural.

Don francisco Santojanni

Como tantos otros que deseaban trabajar, ayudar a los suyos que quedaban en Italia y labrarse un porvenir de progreso, el joven Francisco Santojanni llegó a la Argentina en aquellos años en que nuestro país era tierra de promisión.

No tardó en afincarse y encontrar el bienestar con que había soñado en Europa trabajando primero como cochero para la familia Flores, de quien recibe los terrenos donde se levantaría el hospital, y luego atendiendo su propio y próspero almacén de barrio.

Pero un día, su hijo sufre los embates de lo que por entonces era una terrible enfermedad: Tuberculosis. Esta desgracia personal pone de manifiesto el espíritu solidario de don Santojanni, quien el 10 de enero de 1929, con 69 años y ya viudo de doña Urbana Sánchez, decide legar al municipio bajo ciertas condiciones, una fracción de terreno para la construcción de un hospital para tuberculosos.

Las condiciones exigían que la municipalidad construyera el hospital dentro de los cinco años posteriores a su muerte, o su legado quedaría para la Sociedad de Beneficencia Italiana".

Ing. Jorge Newbery

Hijo del Dr. Ralph Lamartine Newbery Purcell y Dolores Celina Malagarie, Jorge Alejandro Newbery fue el segundo de 12 hermanos. Nació el 27 de mayo de 1875 en la casa paterna del barrio de Belgrano.

Vivió su niñez en la casa quinta de Belgrano, cursando estudios en el instituto europeo cercano a su casa y posteriormente en el Saint Andrew's Scotch School, de la congregación de la iglesia presbiteriana escocesa, en la ciudad de Buenos Aires.

Por 1833, cuando tenía 8 años de edad, sus padres lo enviaron a los EE.UU. realizando un corto viaje para conocer a sus abuelos paternos.

Recibido de Bachiller, volvió a los EE.UU. en 1890 para realizar estudios universitarios en la universidad de Cornell, en el instituto Drexell Drovesel y en la escuela politécnica de Filadelfia, egresando en 1895 como Ingeniero Electricista. Aquel mismo año y ya en nuestro país, fue designado Jefe de la Compañía de Luz y Tracción del Río de La Plata, actuación breve, ya que se incorporó a la Armada Nacional como electricista de primera clase, asimilado a Capitán de Fragata, prestando importantes servicios, que incluyeron una comisión técnica a Europa para adquirir equipos eléctricos a fin de modernizar los buques de guerra e instalaciones terrestres de defensa de las costas.

Su paso por la armada, le permitió comprobar que a los cadetes de la Escuela Naval Militar no se los entrenaba en natación, por lo cual ofreció sus servicios, de instructor, materia que al tiempo fue condición básica para poder ingresar a dicho instituto.

Previo requerir su baja de la Armada, en mayo de 1900 se lo designó Director General del Alumbrado de la Ciudad de Buenos Aires, tareas que habría de desarrollar hasta su trágica muerte en 1914.

En junio de 1904 fue designado profesor de elctrotécnica de la especialidad mecánica, en la Escuela Industrial de la Nación (Otto Krause), cargo que desempeñó con singular maestría.

El 23 de noviembre de 1908, Newbery con 33 años, contrajo matrimonio con Sarah Escalante de 19 años en la Capital Federal.

Sarah Escalante había nacido en Buenos Aires, el 19 de noviembre de 1889, hija del Dr. Wenceslao Escalante y de Javiera Reto Roca, falleciendo el 28 de setiembre de 1977.

Este matrimonio tuvo un solo hijo, Jorge Wenceslao, quien nació el 26 de noviembre de 1909 y falleció en plena niñez el 22 de marzo de 1919, cerrándose de esa manera la única y directa descendencia de Jorge Newbery.

Su popularidad invadió también el campo político, donde meses antes de su muerte, una importante agrupación política porteña lo tentó para que se postulara como candidato a Diputado Nacional, cargo que declinó.

Su actividad aeronáutica:

- 25 de diciembre de 1907: vuela por primera vez en globo, junto con Aaron de Anchorena en el "Pampero". Primera actividad aérea que se realizó en Argentina.

- 13 de enero de 1908: se funda el Aeroclub Argentino, siendo nombrado Vicepresidente segundo.

- 27 de abril de 1909: es nombrado Presidente del Aeroclub Argentino.

- 27 de diciembre de 1909: bate el récord de distancia y duración en globo. Uniendo Buenos Aires con la ciudad brasileña de Bage (Río Grande Do Sul) conduciendo el aerostato "Huracán", cubriendo 541 km. en 13 horas de navegación.

- 10 de agosto de 1912: en oportunidad de la creación de la Escuela de Aviación Militar, se desempeña como Director Técnico y Profesor de Teoría de la Aviación.

- 5 de noviembre de 1912: bate el récord Sudamericano de altura en globo, al alcanzar los 5100 mts. con el aerostato "Eduardo Newbery".

- 24 de noviembre de 1912: cruza el Río de La Plata, uniendo Buenos Aires con Colonia en el monoplano "Centenario", regresando en el día.

- 12 de noviembre de 1913: el Poder Ejecutivo Nacional le otorga el título de Aviador Militar.
- 10 de febrero de 1914: bate el récord mundial de altura, ascendiendo sobre El Palomar a 6225 mts., con un monoplano Morane Saulnier.

Dr. Julio Ghersi

La obra del Dr. ghersi es realmente asombrosa en interminable. No me fué posible conocer ni fecha ni lugar de nacimiento. En este blog desarrollamos solo un poquito de sus pasos por la medicina, la ciencia y la vida.

Se lo recuerda de una personalidad arrolladora, el Dr. Julio Ghersi, fué uno de los prohombres de la especialidad neurocirugía en nuestro país, factotum y fundador de la Asociación Argentina de Neurocirugía, del Colegio Argentino de Neurocirujanos, de la Sociedad de Neurocirugía de la provincia de Buenos Aires, de la Sociedad Argentina de Neurociencias y del Capitulo de la especialidad en la AMA, hoy Sociedad Argentina de Neurocirugía.

Ghersi se había formado en el Hospital de Clínicas,discípulo del Prof. Dr. Manuel Balado, del cual Ghersi siempre habló con profundo respeto y cariño, diciendo públicamente en cada oportunidad que tenia, que todoslos médicos del Pirovano pertenecíamos a la escuela de Balado.

Después de la muerte de Balado, por disidencias conotros condiscípulos, decide buscar nuevos horizontes yes nombrado Jefe de Neurocirugía del Instituto de Cirugía de la Provincia de Buenos Aires, más conocido como Instituto de Haedo, donde permanece varios años. Pero mientras tanto, su inquietud y capacidad de trabajo lo llevan a ser consultor y a operar en otrosHospitales, como el Municipal de Vicente López y el Servicio de cirugía del Hospital Pirovano, cuya jefatura ejercía el Dr. Caeiro. Esto último le valió el cargo de Consultor de Neurocirugía en el Pirovano.

Esto cifró un gran prestigio para Ghersi en el Hospital, y algún tiempo después, cuando creyó terminado su ciclo en Haedo, enterado de que Max Delcasse, quien fuera el dueño de “La Casa del Angel”, (famosa mansión del Belgrano tradicional, sede de fastuosas fiestas ysitio obligado para los duelos frecuentes en épocas anteriores), en uno de sus actos de beneficencia y mecenazgo había donado un terreno y una suma dedinero para la creación de un Instituto Municipal de Neurocirugía, tramitó ante las autoridades capitalinas la concreción de esa obra.

No llegó a ser así, pues el terreno quedó como un anexo frente al Pirovano, pero sí consiguió que en la esquina de Monroe y Roque Pérez,en el 1º y 2º piso arriba de la Guardia, se construyeran las instalaciones para el Servicio de Neurocirugía, con 4 salas de internación, quirófano propio de gran amplitud, anexo a una avanzada sala de Neurorradiología, laboratorio de electroencefalografía de 16 canales, despachos, oficinas, consultorios, etc.

Ghersi creó la Fundación Delcasse, con la que consiguió fondos para el desarrollo del Servicio. Los deudos de Delcasse también aportaron para la continuidad de la obra.
Ghersi asumió la Jefatura del nuevo Servicio el 9 deagosto de 1963, llevando a sus discípulos Alcides Pomina, Julio Sardagna y Gustaffson como sus médicos de planta. A ellos se agregaron al Servicio los neuropsiquiatras Iza y Aliotto, como aporte a la clínica neurológica.

Fueron junto al del Hospital de Niños, los primeros Servicios en tener Residencia de Neurocirugía.

Dr. Carlos Malbrán

Nació en 1862 en la provincia de Catamarca. En una época donde la medicina enderezaba su rumbo hacia una concepción más social, Malbrán fue un gran impulsor de políticas de Salud Pública en la Argentina.

En 1887 -con una tesis sobre La patología del cólera- egresó de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. En el mismo año de su graduación fue enviado por el gobierno de la Nación a Mendoza, donde se había desatado un brote de cólera, con la misión de estudiar la enfermedad y colaborar para combatirla. Cumplida la tarea asignada, Malbrán permaneció trabajando en aquella provincia por un tiempo.

Actuó luego en diversos hospitales y, respondiendo a su inquietud por los temas relacionados con la Salud Pública, fue miembro del Comité de Limpieza de la ciudad de Buenos Aires, Inspector Técnico de Higiene de la Municipalidad y Jefe del Laboratorio del Departamento Nacional de Higiene.

En 1892, otra vez el gobierno le encargó un viaje, esta vez a Europa para investigar el uso de los sueros antituberculosos y antidiftéricos. Siete años más tarde presidió la delegación argentina para el estudio de la peste bubónica en Paraguay y en 1900 representó al país en la Convención Sanitaria Internacional entre la Argentina, Uruguay y Paraguay. También concurrió a congresos médicos sanitarios en Santiago de Chile, Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro.

En 1902 presidió la Conferencia Nacional de Lucha Contra la Malaria; en 1906 presidió la Conferencia Nacional Sobre la Lepra y al año siguiente fue designado Presidente del Consejo de Salud Pública de la Ciudad de Buenos Aires.

Aunque se consagró a su vocación sanitaria, aceptó el cargo de Senador Nacional por Catamarca entre 1910 y 1919.

Malbrán murió en agosto de 1940. Publicó numerosos trabajos que reflejan su intensa labor científica, entre ellos pueden nombrarse Apuntes sobre salud pública y Patogenia del cólera. Fue, además, profesor titular de Bacteriología en la Facultad de Medicina, Consejero y Vicedecano en dicha Facultad y miembro de la Academia de Medicina.

El Instituto Nacional de Microbiología, que alguna vez fue un centro de excelencia, hoy lleva su nombre y es conocido como Instituto Malbrán.

Dr. Manuel Balado

Nació en 1897. Su legado es haber sido un pionero de la Neurocirugía Argentina en todo el sentido de la palabra.
A travésdel patronazgo visionario de José Arce fue impulsado adesarrollar la nueva especialidad cuando no existía aúnen la Argentina.Luego de egresar en 1920 como médico con Diplomade Honor, ingresó al Instituto de Clínica Quirúrgica delHospital de Clínicas donde permaneció hasta 1924, paraluego partir hacia la Clínica Mayo en los Estados Unidos ycomenzar, junto a Adson, su formación neuroquirúrgica.

A su regreso a Buenos Aires en 1926 se dedicó exclu-sivamente a la Neurocirugía y concentró sus actividadesasistenciales y de investigación primero en la Sala XIIdel Hospital de Clínicas y luego, en 1930, también en elHospital “Santa Lucía”. En 1937 fue nombrado ProfesorTitular –el primero– de Neurocirugía en la Facultad deMedicina de la Universidad de Buenos Aires. Fue un ver-dadero neurocirujano universitario. Integró la asistenciacon la investigación y la docencia, difundiendo su labor eimpulsando a sus discípulos y colegas en el difícil caminode la Neurocirugía, hasta su fallecimiento repentino alterminar una cirugía.Sus intereses fueron diversos1-4. Fue un innovador,incorporó a su práctica los últimos avances científicos ydesarrolló una metodología de investigación rigurosa.

Comenzó a estudiar la inervación del iris durante su estadía en los Estados Unidos, tema que concluyó en Buenos Aires,al publicar el libro “El Iris”. Los problemas de diagnóstico topográfico lo llevaron a desarrollar entre 1926y 1929, junto con Ricardo Morea y Cornelio Donovan, la yodo ventriculografía, método que ayudó a solucionar las dificultades para visualizar el tercer ventrículo.En 1933 describió, junto con Carlos Malbrán la enfermedad que llevaría su nombre: la aracnoiditis optoquiasmática.El estudio de la vía óptica ocupó gran parte de su tiempo.

Fueron varios los trabajos realizados sobre la estructura del cuerpo geniculado externo, tanto en el hombre como en los animales, que precedieron a una de sus obras más importantes: el libro “Das corpus geniculatum externum”, que le diera prestigio internacional.

En sus últimos años se dedicó a estudiar la actividad eléctricadel cerebro. Fue uno de los primeros en obtener registros electro-corticográficos, tratando de establecer mapas citoarquitectónicos. Utilizó un electroencefalógrafo de 10 canales queen 1942 fue considerado el más avanzado en el mundo,especialmente construido en una sala blindada de cirugía.

Cuando presentó su libro “El Electroencefalograma Humano” en colaboración con Luis Romero y Pedro Noiseux, fue considerado un hito en labibliografía nacional e internacional.
En esta breve comunicación no es posible citar su vasta obra escrita, que versa prácticamente sobre toda la neurocirugía: se calculan en alrededor de 150 el número de sus publicaciones en revistas nacionales e internacionales, lo que demuestra la inquietud de su espíritu. La difusión de su obra fue un objetivo central. Lo alentaban el interés por el desarrollo de la neurocirugíay la formación de las nuevas generaciones.

Esto no sólolo realizó a través de la publicación “Lecciones de CirugíaNeurológica” (Buenos Aires: El Ateneo, 1931), sino también creando, en 1928, los Archivos Argentinos de Neurología, una de las primeras revistas neurológicas y neuroquirúrgicas del mundo de habla hispana. Difundió su obra participando en diferentes eventosinternacionales (Londres 1935 y Copenhague 1939), rela-cionándose con figuras de la talla de Foerster, Cairns, Monisy Marinesco, entre otros, y formando parte del Comité de Redacción del Zentralblatt für Neurochirurgie (1936).

Trabó relación con colegas de otras especialidades como Carlos Malbrán, Ramón Pardal, Esteban Adrogué, Pío del Río Hortega y Christofredo Jakob, entre otros, mostrando en esa época un moderno perfil de integración del conocimiento.

A pesar de haber fallecido tempranamente (Año 1942, con solo 45 años de edad), dejó su impronta en numerosos discípulos, destacándose Ramón Carrillo, Ricardo Morea, Julio Ghersi y Juan Carlos Christensen, nombres que hablan por sí solos.

Según el diccionario, pionero es aquél que “inicia la exploración de nuevas tierras o se adelanta a realizar cualquieractividad”. No hay dudas de que Balado se ajusta a esta definición. La Facultad de Medicina, en reconocimientoa su trayectoria, instituyó en 1944 el premio trienal denominado “Manuel Balado” para neurocirujanos con menos de diez años de graduados. Pero tan importante como su acción pionera fue su acción universitaria: creó nuevos conocimientos, los difundió y dejó un legado y un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones.

Dr. Federico Benetti

Nació el 29 de noviembre de 1947. Se graduó de médico en la Universidad Nacional de Rosario.
En 1978 comenzó a desarrollar la cirugía sin circulación Extracorpórea (CEC) en la Argentina. Lo que determinó que fuera el pionero en la cirugía coronaria sin bomba de circulación extracorpórea.

En 1994 realizó por primera vez en el mundo, en Buenos Aires, una cirugía coronaria con video, describiendo la técnica del MIDCAB (Minimally Invasive Cardiac Surgery). Es considerado uno de los padres de la cirugía cardiaca moderna y el impulsor de la cirugía mini-invasiva cardiaca.
Durante 1994-2000 promovió el entrenamiento de numerosos centros en el mundo entero que resultaron en más de 1500000 operaciones sin CEC.

En Marzo de 1996 fue nominado en Oxford como "El padre de la cirugía coronaria con el corazón latiendo".

En Octubre de 1998 recibió el R&D (Research and Develoment), por su invención del estabilizador mecánico para inmovilizar las arterias coronarias en la cirugía cardiaca que permitió la reproducción de esta técnica en gran escala. Este uno de los más importantes premios que entrega USA otorgado por la Academia de Ciencias y Artes de Chicago a los 100 inventos de la humanidad que mejoran la calidad de vida del hombre (Considerado el Nobel de los Inventos).

Actualmente, aproximadamente el 45 % de la cirugía coronaria en Asia se realiza con esta técnica por él desarrollada, 30 % en EE.UU. aproximadamente, 18 % en Europa y el 10% en América Latina, por la ventajas se prevé un incremento mucho mayor en todo el mundo en los próximos años. La razón fundamental es la ostensible disminución de la morbilidad y la rápida recuperación comparada con la cirugía de bypass convencional.

En el continente asiático desde que el Dr. Benetti comenzó con el entrenamiento en 1996 donde el porcentaje de su técnica era del 0%, en el momento actual representa el 46 % de la cirugía coronaria. Solamente en China creció el 1000 % en los últimos 3 años.

En Europa se realizan en todos los países, aunque el crecimiento es menor por el momento, que USA y Asia. En Latinoamérica se realizan en todos los países con un crecimiento más lento.

Dr. Abel Pasqualini

Abel Pasqualini nació en la Capital Federal el 2 de junio de 1950. Hijo de un profesor de matemática y un ama de casa, se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires.

Dicho por boca suya, al principio quiso estudiar fisica, pero a ultimo momento se decidió por la medicina, una carrera que al principio lo impresionaba, pero y es indudable, la vocación llegó con el tiempo.
Trabajó en diversos hospitales. trabajó como cirujano en varios hospitales de nuestro país. En especial instituciones de escasos recuros como en su momento el hospital de Los Polvorines.

En 1989 hace su priemr viaje al exterior. En esta ocasión recorre Armenia para socorrer a las victimas de un terremoto. Luego conoce Georgia, que estaba en guerra civil, luego de la disolución de la Unión Soviética.
otros lugares donde trabajó fueron Angola, Sri Lanka, Afganistán, Burundí y Haití. Su mayor desafío fue Ruanda y Zaire.

Alentado fundamentalmente por su mujer, decidió darle un nuevo rumbo a su vida y en 1990 fundó Médicos en Catástrofes, la única organización humanitaria no gubernamental con bandera argentina.

Desde entonces, ha recorrido el mundo prestando asistencia médica en lugares asolados por guerras, desastres naturales o epidemias.

A fines de 1996, regresó a la Argentina para ser operado de una obstrucción biliar y fue condecorado como "Médico del Año" por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

La primera vez que vas, puede ser que tomés partido. Pero eso es parte del aprendizaje de la medicina humanitaria. En Armenia una vez nos habían llegado ocho chicos heridos en el bombardeo de un colegio. Ni te imaginas la impotencia de verlos y no entender cómo podía ser que hubieran bombardeado una escuela. En ese momento tomé partido. Cuando de vuelta pasé por Francia, leyendo el diario Le Monde, me enteré que Armenia había bombardeado Azerbaijan, y en el ataque habían muerto treinta chicos. Recién entonces pude comprender...

Actualmente sigue al frente de Médicos en Catástrofes.

Dr. Juan J. Spangenberg

Nació el 11 de mayo de 1883 en Capital Federal. Obtuvo el título de médico con Diploma de Honor en 1919. Fue Adscripto de la Cátedra de Clínica Médica en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires y Profesor Adjunto durante muchos años.

Como médico se desempeñó en los hospitales Británico, Ramos Mejía, Alvear y Durand. En este último culminó su carrera hospitalaria como Jefe del Pabellón Astigueta.

Como Jefe de Sala en el Hospital Álvarez realizó una brillante campaña docente a pesar que en ese momento este Hospital ubicado en Flores era muy distante y trasmano para llegar. El Pabellón Astigueta del Hospital Durand llegó a contar con 92 médicos y con 38 practicantes externos. Constaba de dos salas, una de hombres y otra de mujeres, laboratorio completo, anatomía patológica, sección de rayos X, fisioterapia aplicada a la clínica, ginecología, otorrinolaringología, un criadero especialmente construido; colaboraban médicos de otras especialidades, aula, archivo con más de 10000 historias clínicas clasificadas. Se publicaron numerosos trabajos en diversas revistas médicas y en cuatro tomos titulados “Trabajos” donde se vuelca experiencias científicas muy relevantes.

Fue Presidente de la Asociación Médica Argentina, bienio 1928-1930, y de la Sociedad de Medicina Interna de Buenos Aires.

En 1931 fue designado Interventor de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, que reorganizó con su espíritu de estricta moral y justicia. En el periodismo médico fue Fundador y Director de “Actualidades Médicas”, Director Honorario de “Publicaciones Médicas”, redactor de la “Prensa Médica Argentina”, de los “Archivos de las Enfermedades del Aparato Digestivo y de la Nutrición” y de “Medicina Argentina”.

En 1934 fue designado Presidente del Departamento Nacional de Higiene, donde realizó una vasta labor, preocupado del saneamiento de las zonas limítrofes del país, en que aparecían esporádicamente casos de fiebre amarilla. Recorrió las principales clínicas de Europa. En 1940 viajó a Estado Unidos donde participó de congresos de Medicina y Salubridad. A su regreso introdujo al país y realizó en el Servicio del Hospital Durand, junto a sus colaboradores las primeras visualizaciones del sistema circulatorio por inyección intravenosa de medios de contraste. Estuvo a cargo interinamente de cursos oficiales de Clínica Médica en las cátedras de Luis Güemes, Mariano Castex y Luis Agote.

Fue Presidente de la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales y de la Comisión de Climatología Médica. En 1950 fue designado Jefe Honorario de Hospitales, título que no aceptó. Ese mismo año donó más de 3000 volúmenes al Pabellón Astigueta del Hospital Durand, Biblioteca que funciona actualmente y lleva su nombre.

Junto a otros médicos eminentes y profesores de la Facultad de Medicina fundó el Instituto de Diagnóstico y Tratamiento, que sigue siendo hasta el día de hoy funcionando con profesionales de gran prestigio.
Murió el 29 de marzo de 1969.

Dr. Joaquín Llambías

Nació el 14 de julio de 1868 en la Capital Federal. Recibió su educación secundaria en el Colegio del Salvador. El 20 de noviembre de 1893 pide rendir exámenes generales de medicina y el año siguiente con la Tesis “Sutura de la vejiga en las operaciones sobre este órgano” se doctora en Medicina. Recibe Diploma de Honor y se dedica a la patología. Poco después, atraído por la célebre escuela fundada por Virchow, y sigue cursos en el Instituto de Patología de Berlín, junto a los profesores Israel y Langherans.

En 1905, se instala definitivamente en Buenos Aires. Es nombrado por concurso Prosector del Hospital San Roque y solicita adscripción a la cátedra de Anatomía Patológica. Dicta tres cursos de adscripción en el Anfiteatro del Hospital San Roque durante los años 1905 y 1907 y un curso libre complementario en 1908. En 1909 fue nombrado Prosector del Instituto de Anatomía

Patológica, esto le permitió conocer a Telémaco Susini, Director del Instituto y Profesor Titular. Fue el primero en estudiar en 1913 el “Mecanismo histológico de cicatrización de los quistes hidáticos tratados sin drenaje”, según el método de Posadas y en describir en 1925 una curiosa alteración del equinococo humano, la “Hipertrofia malformante de la membrana quitinosa”
De 1915 a 1916 fue Presidente de la Asociación Médica Argentina.

En 1918 fue designado interinamente para dictar la materia y dirigir el Instituto; ese mismo año fue nombrado Profesor Titular de Anatomía Patológica de la Universidad hasta el 27 de noviembre de 1931. Fue miembro del Honorable Consejo Directivo de la Facultad de Medicina desde 1922 a 1929. En 1924 fue delegado del Gobierno de la Nación a la VII Conferencia Internacional Panamericana reunida en La Habana.

Se preocupó también por la asistencia médica de nuestro país Presentó en la Conferencia Sanitaria Nacional en 1923 un “Proyecto de ley imponiendo el compromiso a los estudiantes de medicina de las universidades nacionales para prestar servicios médicos en las localidades que carecen de ellos”.

Sus trabajos más importantes fueron:”Equinococosis alveolar de los bovinos”; “Anatomía patológica general de la equinococosis” y “Alteraciones de los equinococos”. En 1925 se ocupó de “Malformación y blastoma” con José M Jorge y del “Xantoma Familiar” con A Celesia. En 1929 “Blastoma gigantocelular xantelásmico” n con E Leoni, afirmando que “las células gigantes no significan malignidad”. En 1931 “Contribución al estudio de los tumores malignos epiteliales del epidídimo”. Sobre el cáncer del aparato respiratorio ha dejado cuatro publicaciones escritas entre 1928 y 1929: “Histogénesis del endotelioma de la pleura”; “Endotelioma pleural”, donde admite el origen mesodérmico de este blastoma y su individualidad anatomoclínica; “Cáncer peribrónquico”; “Asociación de cáncer y tuberculosis pulmonar”.

En el aparato digestivo se ocupó del “Cáncer de la lengua“ (1925); “Linitis Plástica” (1907); “Tumor de estómago de tipo análogo al corioepitelioma” con Pedro Elizalde(1915); Cáncer de la ampolla de Vater” con Germán Orozco (1928). Sobre otros tumores escribió: “Neuromas múltiples de mama” con Carlos A Castaño(1928); “Swchwannoma del nervio auditivo” con Germán Orozco (1927); “Neuroblastomas”(1928); “Meningoblastomas”(1928); “Sarcomatosis difusa primitiva de la leptomeninge” con Mariano Castex y Santiago Balestra (1927); “Tumores de la cauda equina” con Marcelo Fitte (1931); “Histogenia y clasificación de los tumores del tejido nervioso” (1928).
Acerca de sus trabajos hematológicos se destacan: “Examen de la sangre en un caso de pénfigo”(1889); “Seudoleucemia”(1911); “Leucemia aguda a microlinfoidocitos” con Carlos Bonorino Udaondo(1915); “Leucanemia con predominio de células de Rieder”(1920); “Esplenomegalia con hemocito-eritroblastemia y megacariocitosis tisural” con David Speroni(1929). Fue el primero entre nosotros que estudió “Mieloma Múltiple”(1913) y “Linfogranuloma sarcomatoso” con José W Tobías(1928). Desde el punto de vista epidemiológico y clínico: ”Formas anormales de fiebre tifoidea” (1903); ”Modalidad especial de una forma de influenza”(1903); “Algunas observaciones sobre una epidemia de escarlatina”(1903). En una importante contribución a la “Conferencia científica sobre la grippe” (1918) y su monografía “Anatomía patológica de la grippe” con Pedro I Elizalde(1921).
Murió en la Capital Federal el 27 de noviembre de 1931.

Dr. Carlos Bonorino Udaondo

Nació el 4 de diciembre de 1884. Se graduó de Médico en 1908. Tuvo entre sus maestros a dos figuras descollantes de la medicina clínica Roberto Wernicke y Gregorio Aráoz Alfaro.

Viajó a Europa estando en contacto con los especialistas más importantes de París y Berlín: Hayem, Mathieu, Roux y Boas. De regreso se dedicó de lleno a la actividad docente siendo nombrado sucesivamente Asistente, Jefe de Trabajos Prácticos y Jefe de Clínica de la Primera Cátedra de Semiología.

En 1913 fue designado Profesor Suplente de Semiología y Clínica Propedéutica. A partir de ese fecha dictó sin interrupción cursos parciales o completos en la Sala 21 del Hospital Alvear y la Sala 12 del Ramos Mejía. En 1928 fue designado Profesor Titular de la materia, por unanimidad de votos del Consejo Directivo de la Facultad de Medicina, pasando a dirigir el Instituto de Semiología del Hospital de Clínicas, en la Sala IV.

Actuó en el gobierno de la Facultad de Medicina como Consejero, Vice-decano en ejercicio, llegando a Decano en 1931. Fue Miembro Titular de la Academia Nacional de Medicina, de la que fue Presidente en varios períodos. Debe ser considerado el fundador de la Escuela Argentina de Gastroenterología, alcanzando una posición de destacado relieve a nivel internacional, acreditada por innumerables distinciones honoríficas. Fue organizador y director del antiguo Dispensario para Enfermedades del Aparato Digestivo para transformarlo en el actual Instituto de Gastroenterología, modelo de eficiencia y organización y centro obligado de consulta y perfeccionamiento de estudiosos y especialistas en América Latina.

Fue Presidente de la Asociación Médica Argentina en el período 1926 a 1928; del Tercer Congreso Nacional de Medicina; de la Sociedad de Gastroenterología y Nutrición de Buenos Aires; de la que fue su Fundador el 10 de mayo de 1927; y de la filial argentina de la National Gastroenterological Association. Presidió la 1ª Jornada Panamericana de Gastroenterología realizada en 1948 en Buenos Aires, así como de la 2ª en San Pablo y Río de Janeiro (1950).
Fue Fundador y Director de los Archivos Argentinos de Enfermedades del Aparato Digestivo y de la Nutrición. Sus producciones científicas fueron más de quinientas. Se destacan entre ellas: “Tratado de Semiología” y “Clínica Propedéutica” en tres tomos, que dirigió junto a Gregorio Aráoz Alfaro y publicada en 1928; “Tratado de Patología Digestiva” y la monografía “Colitis ulcerosas graves inespecíficas”.

Entre las distinciones y condecoraciones que recibió se puede nombrar: Profesor Honorario de la Facultad de Medicina de Montevideo, Santiago de Chile, Sucre, Cochabamba, la Paz y Quito. Miembro Honorario de las Academias de Medicina de México, Río de Janeiro, Lima, Madrid y Roma. También fue Miembro Honorario de las Sociedades de Gastroenterología de París, Bruselas, Roma, Montevideo, Río de Janeiro, San Pablo, Santiago de Chile, México, Bogotá y Cuba. En 1930 fue condecorado por el Gobierno de Francia con el grado de Caballero de la Orden de la Legión de Honor y en 1948 con el de la Santé Publique.

Formó parte del Consejo Directivo de la Asociación Argentina de Cultura Inglesa, del Instituto Cultural Belga-Argentino y Germano-Argentino. Sus inquietudes históricas lo hicieron formar parte de la Institución Mitre. Fue Miembro Honorario de la Sociedad de Historia de la Medicina del Perú. Entre 1927 a 1934 fue Director de la Prensa Médica Argentina.
Murió el 15 de noviembre de 1951.

Dr. José Ingenieros

Nació en Palermo, Italia, el 24 de abril de 1877. Era pequeño cuando su familia se trasladó a la Argentina: hizo aquí sus estudios primarios y cursó el bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires.

Su padre, que era periodista tenía una biblioteca y lo incitó desde temprano a la lectura, a la escritura, a la corrección de imprenta y a la traducción de inglés, francés e italiano. Participó desde joven en organizaciones obreras revolucionarias.

En 1894 comenzó a cursar en la Facultad de Medicina y, movilizado por las protestas obreras de la época, fundó el Centro Socialista Universitario. Al año siguiente, con Juan B. Justo como Presidente e Ingenieros como Secretario, quedó constituido el Partido Socialista Obrero Argentino.

Estudió psicología, psiquiatría y criminología; se recibió de médico en 1900. Enseguida, de la mano de Francisco de Veyga y de Ramos Mejía, sus profesores en la Facultad, consiguió insertarse en cargos dependientes del Estado.

Fue profesor de Medicina Legal, Jefe de la Cátedra de Clínica de Enfermedades Nerviosas, y funcionario principal del Servicio de Observación de Alienados de la Policía. En esa década se gestaron sus principales trabajos científicos: “La simulación en la lucha por la vida”, “La simulación de la locura”, “Criminología e Histeria y sugestión”. En 1904 ingresó en la cátedra de Psicología Experimental de la Facultad de Filosofía y Letras; cuatro años más tarde fundó la Sociedad de Psicología. También escribió Principios de Psicología, que resultaría el primer sistema de enseñanza en la disciplina. Todos estos trabajos le generaron reconocimiento internacional y lo relacionaron con figuras eminentes de esas áreas. En 1905 participó en Roma del Quinto Congreso Mundial de Psicología.

Además de escribir en numerosos medios nacionales y extranjeros, dirigió varias publicaciones en el país (Archivos de Criminología, Medicina Legal y Psiquiatría, entre otros) y fundó La Cultura Argentina, donde editó libros de inusuales tiradas de diez mil ejemplares, que luego serían pirateados.

De 1909 a 1910 fue Presidente de la Asociación Médica Argentina.
En 1910 dicta un curso sobre Psicología del Carácter en la cátedras de Psicología, en Filosofía y Letras. Escribió sobre sociología, psicología, literatura, filosofía, historia, medicina. Muchos de sus escritos escarbaron en las raíces biológicas y se sustentaron en su adhesión al evolucionismo y al darwinismo.
Al momento de su muerte, el 31 de octubre de 1925, tenía 48 años.

Dr. José Arce

Nació en Lobería, Provincia de Buenos Aires el 15 de octubre de 1881. Se graduó con Medalla de Oro de su promoción en 1903. Tuvo varios pases de servicio en los primeros años: médico agregado, Jefe de Cirugía de Hombres, Jefe de Cirugía de Mujeres, cirujano adscripto, Jefe de Cirugía General y luego Director del Instituto de Clínica Quirúrgica del Hospital de Clínicas.

Fue Presidente de la Asociación Médica Argentina de 1911 a 1912. Los hechos más destacados de su presidencia fueron el Acta en honor del Prof Vidal en el Anfiteatro de la Facultad de Medicina y la creación de una Comisión integrada por los Dres Vidal, Alurralde, Acuña y Merzbacher para dictaminar sobre una proposición para que se inscribiese la poliomielitis aguda entre las enfermedades de declaración obligatoria. La Comisión se expidió favorablemente y propuso elevar el pedido. Participó activamente en la Reforma Universitaria en 1918.

El mérito de José Arce es haber fundado en 1921 la primera Escuela de Especialistas de Anestesia, en este año dictó un curso “Anestesia al alcance del médico práctico”, con una concurrencia de treinta médicos. Fue la primera vez que la Facultad de Ciencias Médicas otorgó un diploma de perfeccionamiento en anestesia, enseñando el manejo del aparato de OmbredanneFue Rector de la Universidad entre 1922 y 1926. En 1923 pudo concretar una de las ambiciones de su vida con la inauguración del Instituto de Clínica Quirúrgica en el Hospital de Clínicas. Desde 1935 a 1940 fue Decano de la Facultad de Medicina. Fue Relator del Congreso Argentino de Cirugía en 1928 y 1935.

Arce renunció al profesorado de Clínica Quirúrgica en 1941, pero al crearse por primera vez la Cátedra de Cirugía Torácica fue nombrado Profesor Titular de la misma.

Fue Miembro de la Academia de Medicina de París. Entre sus condecoraciones recibió la de la Legión de Honor de Francia y la Gran Cruz de Isabel la Católica de España. Comenzó su carrera diplomática
en 1945. Fue designado Jefe de la Delegación Argentina ante la Organización Internacional de las Naciones Unidas.
Se conoce de él como profesional excelente y sobresaliente en el campo humano. Operó en mas de una ocasión sin cobrar un peso. Su recuerdo y obra perduran en muchos hospitales.
Se retiró en 1949 de la actividad pública. Operó por última vez en 1967, en el Hospital Fernández. Murió en 1968.

Dr. Ramón Carrillo

Nació el 7 de marzo de 1906 en la provincia de santiago del Estero. Luego de cursar estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, guiado y alentado por su vocación parte rumbo a Buenos Aires, para iniciar la Carrera de Medicina. Cursa esta carrera de manera brillante y obtiene, al recibirse en 1929, la Medalla de Oro al mejor alumno de su promoción.
Desde estudiante se inclina hacia la neurología y la neurocirugía, colaborando con el Dr. Manuel Balado, eminente neurocirujano de la época, con quien realiza sus primeros trabajos científicos. Ya recibido abraza definitivamente estas especialidades y obtiene una beca universitaria para perfeccionarse en Europa, donde trabaja e investiga junto a los más destacados especialistas del mundo, entre ellos Cornelius Ariens Kappers.
Regresa a Buenos Aires en plena “Década Infame”, donde puede vivenciar el sistemático saqueo y destrucción que sufre su patria, en un periodo caracterizado por la profunda decadencia moral de la dirigencia, donde se impone la corrupción, el negociado, la enajenación del patrimonio nacional y el empobrecimiento de una gran mayoría poblacional. Adhiere entonces al pensamiento nacional que toma auge en aquella época. Complementa su educación científica con ideas políticas y formación cultural. Se vincula con hombres como Homero Manzi, claro representante de nuestra cultura y de las nuevas ideas, y la escuela neurobiológica argentina activa en el Hospicio de la Mercedes y el Hospital de Alienadas, luego hospitales Borda y Moyano.
Durante esos años se dedica a la investigación y a la docencia, hasta que en 1939 se hace cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. Este cargo le permite conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Toma contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de toda la Argentina, y puede comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas. Lleva a cabo estudios estadísticos que determinan que el país sólo contaba con el 45% de las camas necesarias, además distribuidas de manera desigual, con regiones que contaban con 0,00% de camas por mil habitantes. Confirmó de esta manera sus recuerdos e imágenes de provincia, que mostraban el estado de postergación en que se encontraba gran parte del interior argentino.
En 1942, con sólo 36 años, gana por concurso la titularidad de la cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. Brillante era su carrera en el mundo científico y académico. Sin embargo, los sucesos históricos harían cambiar radicalmente el destino de su vida y de sus pasiones. Son precisamente estos hechos los que harían que la figura de Carrillo tome dimensiones trascendentes.
Grandes cambios se producen en el país: en 1943 es derrocado el régimen de Castillo y asume un gobierno militar. En este contexto conoce en el Hospital Militar al Coronel Juan Domingo Perón, con quien comparte largas conversaciones. Es precisamente el Coronel quien convence al Dr. Carrillo de colaborar en la planificación de la política sanitaria de ese gobierno.
Luego Perón llegaría a la presidencia, por vía democrática, y confirma al Dr. Carrillo al frente de la Secretaría de Salud Pública, que posteriormente se transformaría en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación.
Difícil es enumerar la prolífera obra del Dr. Carrillo frente a esta cartera. Lleva a cabo acciones que no tienen parangón hasta nuestros días. Esta revolución sanitaria, diseñada y llevada adelante por Ramón Carrillo, aumentó el número de camas existentes en el país, de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954, cuando se retira. Erradicó, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas. Hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas. Disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis de 130 por 100.000 a 36 por 100.000. Terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis. Redujo drásticamente el índice de mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil.
Todo esto, dando prioritaria importancia al desarrollo de la medicina preventiva, a la organización hospitalaria, a conceptos como la “centralización normativa y descentralización ejecutiva”. Esta nada tiene que ver con la descentralización que se realizó en los últimos años a nivel hospitalario en nuestro país, que solo responde a fines meramente económicos impuestos por los mercados.
Esta es una brevísima síntesis de los hechos más importantes que generó desde el Ministerio que dirigía. Sin embargo el legado más importante que dejó el Dr. Carrillo fueron las ideas, principios y fundamentos que acompañaron este accionar.
“Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría.”
“Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo.”
Estas fueron algunas de las frases que pintan de cuerpo entero a este hombre capaz de abandonar su admirable carrera científica, reconocida a nivel internacional, para entregarse de lleno a las necesidades concretas de su Patria. Este hombre originalmente formado en el pensamiento científico individualista y biologicista renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía brindar su carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social, lugar desde donde podía realizar y concretar sus ideas sobre salud.
Muere a los cincuenta años el 20 de diciembre de 1956, pobre, enfermo y exiliado, trabajando en un pueblito del norte brasilero y recibiendo por correo aportes de su amigo Salomón Chichilnisky y pequeñas ayudas de colegas brasileros que lo admiraban.
Sin embargo en el lamentable escenario de la Salud Pública actual y en momentos en que se extiende el discurso que responsabiliza al Estado de los males que padecemos, es saludable recordar su figura, su obra y -¿por qué no?- retomar sus banderas, poniendo nuevamente al estado al servicio del pueblo.
Quizás una de sus frases más celebres nos indique que aún su obra está inconclusa... “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.”

Dr. Manuel Sadosky

Manuel Sadosky nació en Buenos Aires el 13 de abril de 1914. Hijo de un matrimonio de inmigrantes rusos llegados al país en 1905.

Hizo los estudios primarios y secundarios en la Escuela Norma Mariano Acosta. En 1940 se graduó como Doctor en Ciencias Físico-Matemáticas de la UBA. Enseguida comenzó a ejercer la docencia en la UBA y en la Universidad de La Plata. Actividad que suspendió para perfeccionar sus estudios en el Instituto Henri Poincaré de París entre 1946 y 1947 y en el Instituto del Cálculo de Roma en 1948, donde orientó su carrera hacia la matemática aplicada.

De regreso a Buenos Aires, dio clases en el Instituto Radiotécnico entidad recién formada por la UBA y el Ministerio de Marina- hasta 1953, cuando se dedicó a trabajar en la publicación de varios libros. A partir de 1955, fue profesor de la UBA, primero en la Facultad de Ingeniería y luego en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, de la cual llegó a ser Vicedecano entre los años 1957 y 1966.

Interesado en la computación, en 1960 organizó el Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas, del cual fue director entre 1956 y 1958. Con el apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), presidido por Bernardo Houssay, trajo en 1960 la primera computadora (clementina) que hubo en el país y en una universidad en toda Latinoamérica.

Y creó la carrera de Computador Científico. Debió dejar las aulas tras la Noche de los Bastones Largos. En 1967 se trasladó a Uruguay, donde creó el Instituto de Cálculo de Montevideo en la Universidad de la República, que lo nombraría Doctor Honoris Causa.

Durante la Dictadura Militar, estuvo exiliado, trabajando entre 1974 y 1979 sobre problemas de matemática aplicada en el Instituto Cendes de la Universidad Central de Venezuela. Luego se trasladó a Barcelona, España, donde se vinculó con el Museo de Ciencias de Barcelona.

En 1983, regresó al país donde fue designado Secretario de Ciencia y Tecnología durante el período presidencial de Raúl Alfonsín (1983-1989) y creó la Escuela Superior Latinoamericana de Informática (ESLAI). En 1985, fue designado Profesor Emérito de la UBA, a la que siguió vinculado. Falleció el 18 de junio de 2005.

Sr. Carlos Berg

Carlos Berg nacó el 2 de abril de 1843 en Rusia. Siempre manifesto inclinación hacia las ciencias naturales y, a pesar de no poder disponer de medios económicos para realizar los estudios respectivos, a fuerza de tesón y trabajo logró formarse como naturalista.

Con apenas 22 años, ingresó en la Sociedad de Naturalistas de Riga y en muy poco tiempo ya formaba parte de la comisión directiva de la misma, donde era también encargado de la sección entomológica.

Fué docente de las cátedras de historia natural y de química en la escuela técnica preparatoria del Politécnico báltico de Riga. Poco después, recibió un llamado desde Buenos Aires, del naturalista alemán Carlos Burmeister y llegó al país en junio de 1873, para trabajar en el Museo Público de la capital argentina.

En 1875 fue nombrado catedrático interino en zoología en la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba y, en Buenos Aires, ocupó la cátedra de Zoología de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales, y la cátedra de Historia Natural en el Colegio Nacional de Buenos Aires.

En esta tarea, Berg inició un cambio radical en la enseñanza de esa materia. Durante esta época, y reconocido ya como un importante científico, colaboró asiduamente con los Anales de la Sociedad Científica Argentina.

En 1890, Berg fue convocado por el gobierno uruguayo para organizar el Museo Nacional de Montevideo y en ese cargo estuvo por casi dos años.

A la muerte de Burmeister, Berg pasó a dirigir el Museo de Buenos Aires. Se mantuvo a cargo de la institución hasta 1902, fecha de su fallecimiento. En esos diez años, contribuyó a hacer del Museo un centro fundamental de la ciencia nacional. Ordenó mejoras en la iluminación de los salones y las condiciones generales de higiene.

Por entonces, el Museo de Buenos Aires sufría severos problemas de infraestructura, y en su competencia con otras instituciones similares, como el Museo de La Plata, llevaba una clara desventaja.

Su interés también se enfocó en relacionar al Museo con la sociedad y con otros centros científicos del mundo. Estimuló, por ejemplo, el sistema de visitas guiadas para el público en general, las que atendía personalmente, y atrajo al seno de la institución a numerosos científicos y estudiosos, muchos de los cuales quedaron vinculados al Museo.

En el aspecto científico, enriqueció las colecciones (creó, por ejemplo, las secciones de Ictiología, Herpetología, y de Anfibios), continuó la publicación de los Anales y fundó una revista nueva: Comunicaciones del Museo Nacional de Buenos Aires.

También realizó varios viajes de estudio: a la Patagonia (1874), a Córdoba y a Catamarca (1875), a Corrientes y Misiones (1876-77), a San Luis, Mendoza, la cordillera de los Andes y Chile (1878-79), a la sierra de Tandil (1877), entre otros.

En cuanto a su obra estrictamente científica, especializada en la entomología, a lo largo de su vida profesional Berg publicó más de 200 trabajos. Algunos de ellos fueron: El bicho de cesto (1874); Coccinelidae argentinae (1874); Lepidópteros patagónicos observados en el viaje de 1874 (1875); Contribución al estudio de las Piralidinas de la fauna sudamericana (1877); Estudios lepidopterológicos acerca de las faunas argentina y oriental (1877); Apuntes lepidopterológicos (1880). También produjo un Tratado elemental de zoología y varios textos de carácter elemental. Como educador, Berg fue el formador de varios científicos argentinos de la generación siguiente, como Angel Gallardo, quien fuera su discípulo más fiel.
Berg falleció en enero de 1902.

Dr. Carlos Germán Burmeister

Karl Hermann Konrad o Carlos Germán Conrado Burmeister (* Stralsund, Alemania, 5 de enero de 1807 – Buenos Aires, Argentina, 2 de mayo de 1892) fue un naturalista, paleontólogo y zoólogo alemán, que desempeñó la mayor parte de su carrera en Argentina.
Realizó exhaustivos trabajos sobre la descripción de la fauna, flora, geología y paleontología de varios países sudamericanos, pero en especial de Argentina, publicando cerca de 300 títulos, entre ellos su Description Physique de la République Argentine, que con magníficas ilustraciones mereció la medalla de oro en su presentación en la Exposición Geográfica de Venecia.
Dirigió desde 1862 y hasta su muerte el Museo de Buenos Aires.
Fundó la Academia de Ciencias Naturales de Córdoba integrando a ella a varios profesores venidos de Europa. y dejando tras de sí un importante grupo de discípulos que continuaron su obra.

carlos Gremán Burmeister nació en Alemania el 5 de enero de 1807. Se graduó en medicina en 1829, y se doctoró en filosofía. Actuó como cirujano en el servicio militar obligatorio pero luego decidió dedicarse a las ciencias naturales.

Luego de cumplir etapas de especialización comenzó a enseñar zoología en la Martin Luther University, en la ciudad de Halle (Sajonia-Anhalt), Alemania, desde 1837 a 1861, ejerciendo además la dirección del Museo de Zoología.
Sus trabajos de entomología, son de esta época y concluyeron en 1832 con la edición del Handbuch der Entomologie (Manual de Entomología). Actuó durante breves años en política siendo elegido diputado.

En 1843 publicó su célebre "Historia de la Creación" que tuvo 6 ediciones y fue traducida a 5 idiomas teniendo una notoria influencia entre la intelectualidad europea de esa época. Dicha historia fue elogiada por Alexander von Humboldt, quien le escribió desde Potsdam y le consiguió un subsidio real para visitar Brasil. De esta manera viajó en 1850 a Río de Janeiro y Minas Gerais, regresando a Alemania en abril de 1852. Resultado de ese viaje es su obra Sinopsis de los animales de Brasil.
Entre 1851 y 1853 publicó su obra Vistas geológicas para la historia de la Tierra y sus habitantes.
Una vez más volvió a América gracias a que Humboldt le consiguió una recomendación del rey de Prusia. Llegó a Buenos Aires en 1857 donde conoció el Museo Público de Buenos Aires y viajó a Rosario para pasar luego a Paraná, sede del Gobierno de la Confederación Argentina. Allí las autoridades le autorizaron a viajar a Mendoza, donde permanecería un año.

Carlos Burmeister describió todo lo que observaba: el paisaje, el gaucho, el asado, el mate, las viviendas etc. En particular al algarrobo y sus usos domésticos y como alimento para el ganado.

En abril de 1858 viajó a Paraná provincia de Entre Ríos, donde durante nueve meses fue propietario rural. Junto con su hijo mayor Germán Burmeister Sommer realizó estudios geológicos y paleontológicos en la zona.

En 1859 recorre la ciudad de Rosario, Córdoba, y Tucumán donde permaneció seis meses. Luego exploró Catamarca y La Rioja para desde aquí cruzar a Chile y viajar a Panamá para regresar a Europa, a su cátedra de Halle. Publica entonces su Viaje a los Estados del Plata, con referencia especial a la constitución física y el estado de cultura de la República Argentina.

Sus grandes deseos de volver a las regiones que había visitado unido a cierto desencanto producidos por motivos políticos en su país lo decidieron a renunciar a su cátedra y volver a la Argentina donde el presidente Bartolomé Mitre y su ministro Domingo Faustino Sarmiento, a quien siempre admiró y apreció, lo nombraron Director del Museo de Buenos Aires en febrero de 1862. Ejerció ese cargo con gran eficacia durante 30 años trabajando especialmente sobre los mamíferos fósiles pampeanos y describiéndolos en la Revista Farmacéutica. Ordenó la colección que había en el museo, incrementándola con hallazgos como el célebre Smilodon de Muñiz.

En 1865 se casó en segundas nupcias con Petrona de Tejeda, descendiente de los conquistadores españoles de Tucumán, con la que tuvo cuatro hijos.
Al año siguiente, con el apoyo del rector de la Universidad de Buenos Aires, Juan María Gutiérrez, fundó la Sociedad Paleontológica de Buenos Aires cuyo principal fin fue el de estudiar y dar a conocer los fósiles del entonces Estado de Buenos Aires y fomentar el Museo Público.

En 1874 el ahora presidente Domingo Faustino Sarmiento le encomendó las gestiones tendientes a incorporar a 20 profesores de ciencias exactas y naturales para trabajar en la Universidad de Córdoba, dada la escasez de los mismos en el país y a la poca relevancia que se les estaba dando a esas ciencias. Burmeister se encargó de esto y fundó la Academia de Ciencias
Naturales de Córdoba integrando a ella a profesores venidos de Europa que estaban obligados a dar clase en la universidad cordobesa. Entre ellos se encontraba el joven Hendrik Weyenbergh, que sería eventualmente director de la Academia Nacional de Ciencias. Bajo la dirección de Burmeister la Academia inició de inmediato sus publicaciones, apareciendo desde 1874 su Boletín y desde 1875 hasta 1879 sus Actas.

Una gran obra de Burmeister, en cuatro tomos editados desde 1876 a 1879, que traía magníficas ilustraciones de la flora, fauna, geología y paleontología del país y en la que él fue su único redactor e ilustrador. Editada por el Instituto Geográfico Argentino, mereció en la Exposición Geográfica de Venecia (1891) la medalla de oro de calidad y cuidado en su presentación.
También fue de su autoría Los caballos fósiles de la pampa argentina que el gobierno argentino presentó en la exposición de Filadelfia en 1876.
Publicó cerca de 300 títulos. En el 50º aniversario de su doctorado fue agasajado tanto por argentinos como por varias universidades europeas, recibiendo condecoraciones del emperador de Prusia y de Brasil.

Debido a la capitalización de la ciudad de Buenos Aires se convino con la provincia homónima la nacionalización del Museo de Buenos Aires, en 1884, cumpliéndose el deseo de Burmeister por conservar su autonomía operativa.

Tuvo una gran rivalidad con Florentino Ameghino, quien era un activo propagandista de la teoría de la evolución darwiniana, mientras que él era un decidido antagonista de dicha teoría

Falleció en 1892, a los 85 años, como consecuencia de heridas producidas por un accidente en el Museo. Había dejado designado como su sucesor al frente del Museo de Ciencias de Buenos Aires al Dr. Carlos Berg, probablemente para bloquear el acceso de Ameghino, quien de todas maneras ocuparía esa dirección 10 años después.

Sr. Florentino Ameghino

Florentino Ameghino nació en la villa de Luján, de la provincia de Buenos Aires, el 18 de septiembre de 1854. Hijo de don Antonio Ameghino y de doña María Dina Armanino, sus dos hermanos, Juan y Carlos, le ayudaron y asistieron en sus trabajos en muchas ocasiones, y sobre todo este último, tan modesto como eficaz colaborador, proporcionóle gran cantidad de material de investigación, conseguido en largas y penosas exploraciones. Don Carlos Ameghino llegó a ser también un sabio en la materia aunque no pueda compararse, naturalmente, con Florentino.

Su propia madre enseño a éste las primeras letras, luego entró en la escuela particular de un tal don Guillermo, quién a los pocos meses se presentó a la casa diciendo que nada tenía ya que enseñar al niño Florentino. Su precocidad encantó también al nuevo maestro, Carlos D´Aste, que lo fue hasta 1867. D´Aste lo trajo a la capital, a su propia casa, y lo hizo ingresar a la Escuela Normal. Sus estudios allí sólo duraron un año, porque la escuela se cerró. Pero él había aprovechado bien el tiempo visitando al Museo de Historia Natural y leyendo a Burmeister y a Lyell, que le descubrieron su verdadero camino. A los veinte años de edad encuentra los restos fósiles completos de un milodón. Por primera vez se hacía el hallazgo y aunque el autor no pasaba de ser un modesto “ayudante” en una escuela común de varones del pueblo de Mercedes, naturalmente, empieza a hacerse conocer. Al año siguiente ya publicaba dos artículos en dos diarios locales y lograba insertar otro en el “Journal de Zoologie”, revista parisiense. Obtenía además un premio en la primer exposición de la Sociedad Científica de Buenos Aires y presentaba a la misma dos memorias que, aunque no fueron tenidas en cuenta en aquel momento, albergaban el germen de su futura obra monumental.

En 1877 publicaba su primer libro, Antigüedades indias de la Banca Oriental, cosecha de una corta excursión por el Uruguay el verano anterior. En 1879 se dilata por fin el horizonte: tiene una destacada actuación en el Congreso de Americanistas, en Bruselas, frente a sabios de relieve mundial. Se hizo oír y admirar y desde allí empezó a tender las redes de sus relaciones científicas, que muy pronto se multiplicaron, con eminencias como Quatrefagues, Mortillet, Schmidt, Gervais (en cuya colaboración hizo algunas excavaciones y llegó a escribir un trabajo), Sergi, Morselli, Cope y tantos otros. La estancia en Europa fue muy fecunda para la formación intelectual como para su fama de sabio, que, a partir de entonces se extendido por el viejo mundo y los Estados Unidos, Con la venta de algunas de las colecciones consiguió dinero par editar dos de sus libros, La formación pampeana y La antigüedad del hombre en el Plata. Volvió a la patria en 1881 casado con Leontina Poirier, francesa, y encontrándose exonerado de su puesto de director de la escuela de Mercedes, instaló una pequeña librería en Buenos Aires, Escribió entonces su Filogenia, obra maestra por su organización y la audacia de las doctrinas, y ella le valió ser llamado por la Universidad de Córdoba para dictar la cátedra de Historia Natural y conferirle el título de doctor honoris causa. Pasó luego a La Plata como subdirector del Museo y volvió más tarde a ser librero. Corría el 1889 cuando sus dificultades económicas le obligaron a aceptar la ayuda de Estanislao S. Zeballos para publicar otro de sus libros capitales, Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina, premiado con medalla de oro y diploma de honor en la Exposición Universal de Paris.

En 1902, a la muerte del sabio Berg, fue llevado por el ministro Joaquín V. González, a la dirección del Museo de Historia Natural de la Nación, cargo que desempeñó por espacio de nueve años. Esto no cambio en nada la modestia de su vida, ni siquiera le hizo le hizo abandonar su refugio platense. Dedicóse concienzudamente a cuidar y enriquecer las colecciones del Museo como hiciera antes con las propias, introduciendo nuevas clasificaciones e incluso iluminando, a la luz de su ciencia, piezas que hasta entonces estuvieron abandonadas u olvidadas. Al promediar el año 1908 pierde sucesivamente, y en el corto plazo de dos meses, la madre, la esposa y uno de los mejores amigos, don Justo Martínez, El dolor inmenso de estas pérdidas prodújole, primero, una gran depresión moral, que se resolvió luego en la diabetes que había de llevarlo a la tumba. A fines de ese mismo año asistió, en compañía de Spegazzini, al IV Congreso Científico Latino Americano, reunido en Santiago de Chile. Realizaron también algunas excursiones durante las cuales aquél empezó a notar en su compañero los primeros síntomas de la diabetes, pro sin conseguir que Ameghino se atendiera. De vuelta al país Dedicóse afiebradamente a preparar el congreso que se reuniría en Buenos Aires el año 10, sin dejar de lado sus otras atenciones ni su producción. Inútil fue que sus familiares y amigos se empeñaran en curarlo, siguió firme en la brecha trabajando denodadamente hasta que le fue de todo punto posible abandonar la cama. El 8 de mayo de 1911 se negó rotundamente a ser trasladado a un sanatorio de la capital según se había dispuesto. Aún postrado siguió escribiendo, dictando o corrigiendo las pruebas de la versión al francés de uno de sus libros. Bueno es recordar que desde joven escribía indistintamente en castellano o en francés, con la misma perfección.

Dominaba también el italiano. Poseía una formidable cultura, asistida de espléndida memoria y verdadero fervor por alimentarla. Incansable trabajador, dejó una obra enorme cuya enumeración alcanza a 176 títulos, que no tienen, naturalmente, todos igual valor. Sus trabajos más importantes, fuera de los arriba mencionados, son: Los mamíferos fósiles de la América meridional, Enuméeration synoptique des espéces des mammiféres fósiles des formations éeocénes de la Patagonie, Sur l´évolution des dents des mammiféres. La perforación astragaliana en los mamíferos no es un carácter originariamente primitivo, en cuanto a paleontología se refiere. Encierran ellos el aporte del descubrimiento, descripción, estudio y clasificación de nada menos que mil especies nuevas. Y si esto no bastara ara su gloria, tenemos aún sus grandes contribuciones a los problemas geológicos y paleogeográficos como Les formations sedimentairs du crétase supérieur y du tertiaire de Patagonie y Las formaciones sedimentarias de la región litoral de Mar del Plata y Chapadmalal. Su apasionante obra de antropólogo, la más discutida de todas. Que cuenta, sin embargo, con grandes autoridades mundiales en su abono, está incluida en parte en algunos de sus libros más importantes y el resto corre inserto en los “Anales del Museo Nacional de Buenos Aires” y la serie de Memorias presentadas al “Congreso Científico Internacional Americano” de 1910.

También en lo moral su vida es un ejemplo prístino. Tenía un alma transparente de niño y una ingénita bondad. Vivió al margen de todo halago vanidoso en medio de una gran modestia. No escatimó su ayuda generosa a los jóvenes que se iniciaban en las ciencias y evacuaba prolijamente cuantas consultas se le hacían, aún a riesgo de interrumpir el hilo de las propias investigaciones.

Ameghino murió en La Plata, el 6 de agosto de 1911. Su entierro fue grandioso, teniendo en cuenta lo alejado que estuvo siempre de las esferas oficiales. Todo el mundo intelectual se hizo presente y al depositar sus testos en el Panteón de los maestros, hicieron uso de la palabra eminentes personalidades como E. Homberg, Victor Mercante, J. B. Ambrosetti, José Ingenieros y otros.