Sr. Carlos Berg

Carlos Berg nacó el 2 de abril de 1843 en Rusia. Siempre manifesto inclinación hacia las ciencias naturales y, a pesar de no poder disponer de medios económicos para realizar los estudios respectivos, a fuerza de tesón y trabajo logró formarse como naturalista.

Con apenas 22 años, ingresó en la Sociedad de Naturalistas de Riga y en muy poco tiempo ya formaba parte de la comisión directiva de la misma, donde era también encargado de la sección entomológica.

Fué docente de las cátedras de historia natural y de química en la escuela técnica preparatoria del Politécnico báltico de Riga. Poco después, recibió un llamado desde Buenos Aires, del naturalista alemán Carlos Burmeister y llegó al país en junio de 1873, para trabajar en el Museo Público de la capital argentina.

En 1875 fue nombrado catedrático interino en zoología en la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba y, en Buenos Aires, ocupó la cátedra de Zoología de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales, y la cátedra de Historia Natural en el Colegio Nacional de Buenos Aires.

En esta tarea, Berg inició un cambio radical en la enseñanza de esa materia. Durante esta época, y reconocido ya como un importante científico, colaboró asiduamente con los Anales de la Sociedad Científica Argentina.

En 1890, Berg fue convocado por el gobierno uruguayo para organizar el Museo Nacional de Montevideo y en ese cargo estuvo por casi dos años.

A la muerte de Burmeister, Berg pasó a dirigir el Museo de Buenos Aires. Se mantuvo a cargo de la institución hasta 1902, fecha de su fallecimiento. En esos diez años, contribuyó a hacer del Museo un centro fundamental de la ciencia nacional. Ordenó mejoras en la iluminación de los salones y las condiciones generales de higiene.

Por entonces, el Museo de Buenos Aires sufría severos problemas de infraestructura, y en su competencia con otras instituciones similares, como el Museo de La Plata, llevaba una clara desventaja.

Su interés también se enfocó en relacionar al Museo con la sociedad y con otros centros científicos del mundo. Estimuló, por ejemplo, el sistema de visitas guiadas para el público en general, las que atendía personalmente, y atrajo al seno de la institución a numerosos científicos y estudiosos, muchos de los cuales quedaron vinculados al Museo.

En el aspecto científico, enriqueció las colecciones (creó, por ejemplo, las secciones de Ictiología, Herpetología, y de Anfibios), continuó la publicación de los Anales y fundó una revista nueva: Comunicaciones del Museo Nacional de Buenos Aires.

También realizó varios viajes de estudio: a la Patagonia (1874), a Córdoba y a Catamarca (1875), a Corrientes y Misiones (1876-77), a San Luis, Mendoza, la cordillera de los Andes y Chile (1878-79), a la sierra de Tandil (1877), entre otros.

En cuanto a su obra estrictamente científica, especializada en la entomología, a lo largo de su vida profesional Berg publicó más de 200 trabajos. Algunos de ellos fueron: El bicho de cesto (1874); Coccinelidae argentinae (1874); Lepidópteros patagónicos observados en el viaje de 1874 (1875); Contribución al estudio de las Piralidinas de la fauna sudamericana (1877); Estudios lepidopterológicos acerca de las faunas argentina y oriental (1877); Apuntes lepidopterológicos (1880). También produjo un Tratado elemental de zoología y varios textos de carácter elemental. Como educador, Berg fue el formador de varios científicos argentinos de la generación siguiente, como Angel Gallardo, quien fuera su discípulo más fiel.
Berg falleció en enero de 1902.