Dr. Enrique Tornú

En los últimos años del siglo XIX la medicina adoptó una orientación preventiva y social que se ha acrecentado desde entonces. Enrique Tornú fue uno de los precursores de esta nueva doctrina, y en ese marco, impulsó decididamente la lucha antituberculosa en la Argentina. Propiciador, tal vez el primero, de la Liga Contra la Tuberculosis.

Tornú nació en Buenos Aires en 1865. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y recibió su certificado de bachiller de manos del doctor Amancio Alcorta en 1886. Al año siguiente ingresó a la Facultad de Medicina donde cursó los tres primeros años de la carrera hasta 1889, cuando fue designado segundo secretario de la Legación Argentina de Francia, y resolvió seguir los estudios en dicho país. Los realizó en la Facultad de Ciencias Médicas de Burdeos, practicó en el Hospital de San Andrés y se vinculó con el profesor Pitres, discípulo preferido de Charcot y creador de una gran escuela neurológica.

Había llevado a Francia la representación del Círculo Médico Argentino y en las páginas de sus prestigiosos Anales publicó artículos con novedades y comentarios de indudable interés profesional, a la par de sus primeros trabajos de orden científico.

Su tesis de graduación, Des operations qui se practiquent por la voie sacree, que data de marzo de 1893, fue una de las más brillante de esa época y resultó laureada con en premio Golard.

En 1894 regresó a Buenos Aires y, después de revalidar su título, ejerció la medicina rural en el pueblo de Vaccarezza (Provincia de Buenos Aires). Luego comenzó a desempeñarse como jefe de clínica del servicio de ginecología del doctor Enrique Revilla, en el Hospital San Roque y en el Hospital Francés, a cuyo cuerpo también perteneció. Su trabajo en estas instituciones le dio gran prestigio como cirujano.

En 1865, el médico francés Jean Antoine Villemin había demostrado experimentalmente la transmisibilidad de la tuberculosis, su naturaleza infecciosa y contagiosa. En 1882, el gran bacteriólogo alemán Robert Koch descubrió el bacilo (microorganismo que aparece en forma de filamentos y por lo general formando grupos) causante de la tuberculosis, esclareciendo definitivamente la causa de la enfermedad.

Desde siempre Tornú se había interesado por los temas relacionados con la tuberculosis. Sabía que en Europa estaban dando buenos resultados las llamadas curas de aire y se abocó entonces a la tarea de establecer qué región de la Argentina poseía condiciones aptas para la cura climática.

Esta empresa lo obligó a abandonar todas las actividades profesionales que venía desarrollando con éxito y a alejarse de su hogar para pasar una larga temporada en las sierras de Córdoba. Trasladándose de un paraje a otro, alojado en tiendas de campaña y privado de las elementales comodidades, además tuvo que luchar contra la falta de cooperación y la indiferencia general.

Las estadías en algunos lugares de la provincia de Córdoba, sobre todo Cosquín, ya eran considerados beneficiosos para los afectados por la tuberculosis. Pero al recorrer algunas de estas zonas, Tornú verificó que no existía ningún criterio racional para la elección de los lugares de cura, que los pacientes no cumplían regímenes de vida adecuados, que su permanencia era casi siempre demasiado breve y que no se adoptaban medidas higiénicas y profilácticas de ninguna especie. Tras concienzudos y activos estudios pudo hallar los factores ecológicos que estimaba favorables para mejorar el tratamiento de este mal que ya empezaba a constituir un serio problema en la Argentina. Después de adquirir los conocimientos y el dominio técnico indispensable, Tornú llegó a la conclusión de que la más importante arma de lucha contra la tuberculosis era la educación popular. Además sugirió la creación de sanatorios y la fundación de una liga contra la tuberculosis.

Con esta base, estructuró un plan general de lucha antituberculosa, que contenía dieciséis normas profilácticas, destinado a ser puesto en práctica en todo el país, y cuya aplicación fue iniciada por él durante su permanencia en Córdoba. La importancia asignada que le asignó a la educación popular lo condujo, en 1899, a fundar la revista La profilaxia. Sus conclusiones aportaron a la ciencia una contribución de gran valor, que quedó documentada en sus libros Climatología médica de las sierras de Córdoba, La cura de altitud, y Apuntes sobre tuberculosis y sanatorios, dados a conocer en 1901.

Enfermo de tuberculosis, entonces incurable, el doctor Enrique Tornú se quitó la vida en Buenos Aires, el 23 de agosto de 1901, a los 35 años de edad. Tres años después por iniciativa de un grupo de médicos, se puso su nombre al primer establecimiento construido especialmente para el tratamiento de los enfermos de tuberculosis.