Dr. Gregorio Marañon

Gregorio Marañon (1887-1960)

Marañon nació y murió en Madrid también allí estudió y realizó su admirable carrera de médico e investigador. Pero amaba entrañablemente a Toledo, porque allí están escritos casi todos sus libros. Este hombre tenía tiempo para todo; porque sus energías eran sobrehumanas y buscaba la soledad para llenarla con hondas meditaciones y exámenes de conciencia.

Asombra el perímetro sin límites de su cultura, sus conquistas científicas trascendentales, la intuición intelectual y emocional, la firme disciplina y el inagotable entusiasmo. Marañon le da transcendencia a la historia clínica y hasta supremacía sobre la misma exploración. Veía con los ojos de la inteligencia lo que otros ni sospechaban, ni comprendían. Nunca estaba detrás de la enfermedad; iba delante de ella y le atajaba el paso. Marañon es el creador de un género que nadie ha superado, es el "biógrafo naturalista"; éste no hace literatura ni política: hace ciencia, sin dejar de conciliar, como el Maestro, la verdad con la belleza.

Con motivo de sus bodas de plata con la medicina, pronunció un discurso conmemorativo, en que hizo un balance de los progresos de la medicina universal y sobre todo de la medicina hispánica, durante el primer cuarto de siglo.

Fue el primero en señalar la importancia de los períodos preclínicos, durante el cual ni el propio enfermo se enteraba que es enfermo, porque todos los pacientes tienen un período de incubación más o menos silencioso.

En los estudios sobre Amiel y Don Juan es en donde Marañón se revela como psicólogo.

Nunca fue absorbido por el ejercicio de la medicina y de la investigación científica, hasta el punto de anular una posición crítica frente a las mismas. Como médico cultivó hondamente su ciencia y su arte y como humanista aportó a sus conocimientos específicos una cultura que venía de otras zonas luminosas.

El gran peligro según Marañon es querer convertir en una ciencia exacta e infalible la que antes era sacerdotal y enigmática. Marañon piensa que hay que saber dudar, hay que saber estudiar, sin ahogarse en un mar de revistas, con libros o sin libros y ser modesto, que no es ser insignificante, sino hombre prudente.

Es interesante señalar la diferencia entre la "clínica histórica" del Dr. Cabanés y la "clínica histórica" de Marañón; la primera es sobre todo descriptiva, anecdótica, sin dejar de ser amena e ilustrativa. La segunda es etiológica, analítica, patogénica. Marañon tiene la impasibilidad del naturalista, la sagacidad del clínico, la imparcialidad del juez.

La prosa de este escritor insigne es clara, fluida, elegante, sin ningún adorno retórico superficial, leerlas es como andar por fáciles caminos. Las ideas no están envueltas en suntuosos ropajes, sino que se presentan a través de un diáfano cristal y se las ve desfilar luminosas y palpitantes. Uno de los libros que tiene mayores méritos literarios es "Elogio y Nostalgia de Toledo", en él se encuentran preciosas miniaturas llenas de luz y colorido, pintadas en distintos momentos de su quehacer apresurado.

El humanismo que postula Marañon no es el que se aprende en las bibliotecas, sino por los caminos ásperos del mundo; es el humanismo del vivir. Se trata pues de nuestra naturaleza, de nuestro temperamento, de nuestra sensibilidad moral, porque se puede conocer todos los textos inmortales y tener un alma áspera e impasible.